La
televisión empobrece la información porque sólo muestra la realidad que se
quiere dar a conocer, podríamos redondear esta reflexión diciendo que en
México, quizás como en ningún otro país de América Latina hoy, los medios viven
de los miedos. Esto fue evidente en las últimas campañas electorales, en las
que las amenazas de atentados casi acaban con la teatralidad callejera de la
política –que ha sido y aún es, aunque “reducido”, su espacio y forma propias–,
obligando a resguardarla y convertirla en espectáculo televisivo.
La televisión
está devorando toda la capacidad de comunicación que no puede vivirse en la
calle.
Pero no solo en las campañas electorales los medios sustituyen la vida
de calle, de la ciudad. En la experiencia cotidiana del país podemos constatar
la desproporcionada importancia que la industria de los medios de comunicación
ha adquirido. En un país con carencias estructurales tan grandes de vivienda, de
salud, de educación, tenemos unos medios de comunicación desproporcionadamente
desarrollados, tanto en lo económico como en lo tecnológico. Pero esa
desproporción –al menos en términos de la importancia que adquiere lo que en
los medios aparece– es proporcional a la ausencia de espacios políticos
institucionales de expresión y negociación de los conflictos, y a la no
representación en el discurso cultural de dimensiones claves de la vida y de
los modos de sentir de las mayorías. Es la “realidad” de un país con una muy
débil sociedad civil, un largo empantanamiento político y una profunda
esquizofrenia cultural la que recarga cotidianamente la capacidad de
representación y la desmesurada importancia de los medios. Se trata de una
capacidad de interpelación que no puede ser confundida con los raitings de
audiencia.
No solo porque esos ratings, en el caso de la TV, de lo que nos
hablan es apenas de los aparatos encendidos durante equis programa, y no de
cuánta gente está mirándolo y mucho menos de quiénes y de cómo lo ven, sino
porque la verdadera influencia de la televisión reside en la formación de
imaginarios colectivos, esto es, una mezcla de imágenes y representaciones de
lo que vivimos y soñamos, de lo que tenemos derecho a esperar y desear, y eso
va mucho más allá de la medible en horas que pasamos frente al televisor y de
los programas que efectivamente vemos. No es que la cantidad de tiempo dedicado
o el tipo de programa frecuentado no cuente, lo que estamos planteando es que
el peso político o cultura de la televisión, como el de cualquier otro medio,
no es medible en términos de contacto directo e inmediato, solo puede ser
evaluado en términos de la mediación social que logran sus imágenes.
La televisión ahoga al individuo con la velocidad de las imágenes y no
le da cabida a procesarlas, identificarlas y reflexionarlas, sólo las da y así
éste se conforma con ellas. No se logra comprender con plenitud el mensaje que
se nos quiere enviar, la imagen muestra la realidad, una realidad que está
influenciada por los miembros de poder del país y también por los medios de
comunicación de masas, ellos deciden que es lo que se publica o sale al aire
según su propio criterio entonces, el televidente ve lo que le quisieron
imponer con la imagen.
Cada
día estamos informados de más cosas pero cada día sabemos menos qué significan.
¿Cuánta de la enorme cantidad de información que recibimos sobre el país y el
mundo se traduce en mayor conocimiento de los otros, en posibilidades de
comunicación y en capacidad de actuar transformadoramente sobre nuestra
sociedad?
De otro lado, la información ha entrado a simular lo social, la
participación. Al sentirme enterado de lo que pasa tengo la tramposa sensación
de estar participando, actuando en la sociedad, de ser protagonista, cuando
“sabemos” que los protagonistas son otros y bien pocos. Pues si es verdad que
las nuevas tecnologías descentralizan, lo cierto es que no están haciendo nada
contra la concentración del poder y el capital, que es cada vez mayor. Tenemos
información pero se nos escapa el sentido, vivimos en la euforia de una
participación que la vida misma se encarga de mostrarnos lo que tiene de
simulacro.
Los invito a que vean el siguiente video:
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